Ricardo Miguel Costa
(Argentina, 1958)

 

PUNTOS DE VISTA

 

La forma más sencilla de celebrar una fundación
es marcar un punto junto al vacío.
UN punto es una partícula del todo imponiéndose
sobre la nada.
Un punto establece el origen de todas las formas
que caben en el universo, y el universo se mueve
sobre una sucesión de puntos encadenados
en el espacio.
Sobre uno de estos puntos estamos nosotros.
Abrazándonos y girando en un vacío que nos mantiene
flotando sobre un silencio absoluto.
Pero lo mejor de esto no es el silencio ni lo absoluto.
Lo mejor de esto es que nadie sabe que flotamos
porque obedecemos una ley fundamental.
Creo que ese es el punto: flotar abrazados a la idea de la nada
mientras los cuerpos se mueven y la fundación se convierte
en un acto de amor junto al vacío.      

                      

VELOCIDAD CRUCERO

 

                                                  a Cristian Aliaga

 

El pensamiento se queda con esta imagen:
un pedazo de ropa clavada en el alambrado
y sacudida por el viento.

 

El ojo es ambicioso,
se queda con la curva que forma la ropa en el aire.
La púa del alambre tiene mucho de lenguaje.
Se aferra a cada fleco del trapo
como la palabra a la idea
que está próxima
a rasgarse.

 

El alambrado se continúa poste tras poste
y la distancia entre pensamiento y lenguaje
se borra en el último punto de la ruta.
Una recta en el desierto no dice nada
porque ahora la distancia se ha convertido
en un plano donde todo es lejano,
donde todo está por suceder,
mientras el pensamiento transcurre
en la mirada del que conduce.

 

Este trapo fue la vestidura de alguien que alguna vez
también condujo por esta desolación y que también
tuvo un pensamiento alambrado por el lenguaje.
Entonces, el tiempo real del pensamiento
no es la púa que desgarra al trapo
ni el viento colgado en una curva.
Es la mirada del que conduce
buscando en el horizonte
un lenguaje a donde
llegar.       

           

ASTRONOMA Y GRAMÁTICA

 

Estoy conforme con la puntualidad que asume la Tierra
en su rotación.
Con la prolija redondez de la luz que envuelve al planeta
todos los días.
A pesar de ello, y de tu exacto abandono de hace
cuarenta y ocho horas, no puedo compartir
la rígida idea de un equilibrio
tan bien logrado.
Como la precisa nota que dejaste el lunes, la cual repite
el mismo tema en cada párrafo sin una falta de ortografía,
respetando cuidadosamente las buenas pautas sintácticas.
Sin golpes bajos, sin elevar reclamos, sin una mínima falta
de ternura,
haciendo rotar al corazón ante cada giro lingüístico y golpeándolo
merecidamente contra los puntos suspensivos finales.
Mientras yo, desde la humedad de la lectura, enjuago cada
/trazo de su tinta
sin entender cómo la atmósfera es capaz de licuar tanta tristeza.

 

(De Veda negra, 2001).

 

LA DE LOS OJOS ABIERTOS

                               Macedonio Fernández

 

De todos los mundos posibles
el del reposo es el más aterrador.
El tiempo que demora un alma
en construir la palabra Alma,
es el preciso instante en el que
la historia de un hombre
comienza a intuir la muerte.
Escribir no me salva del temor al tiempo.
pero sí hace que el mundo sufra el reposo
de mi cuerpo, mientras agito una idea incontenible.

          
DANZA CURVA

 

Con un cuchillo la vastedad es inmediata.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad; en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.

 

                                 (De Danza curva, 1999).

 

*

 

Todo pensamiento no barrido por la belleza
es un teorema muerto,
un fuego quemado en la palabra frío.
Después, un hilo de humo que se eleva
entre la niebla.

 

El hombre que sólo piensa y celebra su teorema
es madera seca.
El poeta; viento que dobla al humo.
Llama que lo provoca.

 

*

 

Amo la gota de tu cuerpo.
La que mi lengua descuelga
de tu cuello.
La que se expande en la espera
y protege la fragilidad del agua.
La que bebe el roce de los dedos.
La que advierte “No digas palabra,
sólo desea la sequedad del que ama
la lluvia que no alcanza.
Sólo desea la sequedad del que ofrece
la pasión en el calor de la sed,
en la gota que se anuncia desde la boca y tiembla”

 

*

 

La virtud del que escribe
se reduce a un punto de apoyo,
a un amor que lo sostiene cuando dice;
agua de polvo o aire de plumas.

 

El que escribe necesita amor para mover al mundo,
y él confía en su corazón,
en el cálculo de los cuerpos en movimiento,
en la pasión con que sostiene una utopía.

 

En verdad, utopía, no es más que una palabra para
/empujar,
y el empuja como quien debe trabajar mucho para beber
aire de plumas o agua de polvo.

 

Sólo para que el amor sea un punto de apoyo
y el trabajo una apasionada virtud.

 

*

 

Mundo terrible la geometría.
Todo lo que resta es un círculo,
una línea volviendo a su orígen.
Una figura creada para sabernos
sobre un espacio seguro.

 

Todos contemplamos la redondez
de esa línea, pero festejamos el vacío,
no la línea.

 

Así nosotros: un punto sobre otro.

 

Imprudente ciencia, dicen, y alguien
olvida la luz; ama la sombra que borra.

 

Entonces la geometría estalla.

 

                                 (De Teatro teorema, 1996).

 

CONCERT

 

Aseguran que al hombre
se lo conoce por su silencio.

 

Pero jamás mujer alguna
tocó mayor música
que su cuerpo desnudo.

 

Él la escucha con pasión
y la recibe plenamente,
a voluntad.
Es más, la aplaude de pie
pero se reserva secretamente
la fiebre del sonido.

 

Moraleja: el hombre es un sordo
abandono de sí mismo.

 

(apenas una campana golpeando
bajo el agua)

 

                                            (De Homo dixit, 1993).

 

COPIA FIEL

 

No fueron suficientes las piedras que recogí
para marcar este territorio.
Además, la madera que señalaste guardar para el fuego
nunca calentó el hogar y la cama continuó tan blanca
y abierta como hasta ahora.
Todo este trabajo fue en vano porque los días continuaron
envejeciendo en sí mismos.
Pero lo que  resultó verdaderamente inútil
fue el animal  que me ordenaste domesticar:
esta bruta representación que come de mí
para alimentarte cada noche.
Después de la luna comienzo a dar vueltas en redondo
y golpeo ceremonialmente el lomo contra los bordes.
Así voy al apetito de mi memoria donde hay un día
idéntico a éste, un día con un tipo contando las piedras
apiladas junto a la leña, al mismo tiempo que acaricia
a un animal cuarentón que habla raro
y que dice resultarle familiar
tu voz cuando te escucha.

 

(De Mundo crudo: Patagonia satori, 2005).

 

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